En una olla grande, combine los tomates troceados, el azúcar, la cáscara de limón y los palitos de canela.
Cocina la mezcla a fuego medio-alto, removiendo constantemente para evitar que se pegue. Continúa cocinando y removiendo hasta que los tomates se ablanden y la mezcla adquiera una consistencia espesa y caramelizada.
Una vez que los tomates estén completamente cocidos y la mezcla tenga una textura similar a la mermelada, retire la cáscara de limón y los palitos de canela.
Puedes optar por dos opciones:
Si deseas un dulce de tomates más homogéneo, pasa la mezcla por una licuadora o batidora hasta obtener la textura deseada.
Si prefieres conservar algunos trozos de tomate, puedes omitir el paso anterior y dejar el dulce con sus trozos.
Lava y esteriliza los frascos de vidrio en agua hirviendo o en el lavavajillas para prepararlos para envasar el dulce.
Llene los frascos con el dulce de tomates calientes, dejando un pequeño espacio en la parte superior para el cierre. Asegúrate de cerrar bien los frascos.
Coloque los frascos cerrados en una olla grande con agua caliente hasta cubrirlos por completo. Lleva el agua a ebullición y luego reduce el fuego para mantener un hervor suave. Cocina los frascos en el baño María durante unos 30 minutos.
Con cuidado, retire los frascos de agua caliente y colócalos sobre una superficie plana para que se enfríen lentamente.
Una vez que los frascos estén completamente fríos, almacenelos en un lugar fresco y oscuro. El dulce de tomates estará listo para disfrutar en tus postres, desayunos o como acompañamiento.
Puedes ajustar la cantidad de azúcar según tu preferencia de dulzura. También puedes agregar otras especias, como clavo o nuez moscada, para darle un toque único.